De Pedro Nolasco, joven de familia noble de la Barcelona de finales del siglo XII, tenemos noticias de su acción caritativa y liberadora hacia los cristianos cautivos en poder de los Sarracenos, ya por el año 1203. Su gesta de amor, su opción de vida "vivir para liberar", impacta no sólo en la sociedad de entonces, sino también en sus más próximos. Muerto su padre, a él parecía tocarle llevar el apellido y la empresa familiar de mercader, pero él descubre otras razones que orientan y definen su vida.
Desde muy joven sólo tiene una pasión en la vida: redimir a los cristianos cautivos, darles la libertad de la que estaban privados de ella; para cuya empresa puso en un primer momento todos sus bienes, y cuando éstos desaparecieron, empezó a hacer colectas, a procurar limosnas, para llevar adelante las futuras redenciones. Su pasión de vida por la redención de los cautivos daría sus frutos con el tiempo en la fundación de la Orden de la Merced, año 1218.